Eso que queremos parecer.

viernes, 25 de febrero de 2011

La moda de llevar los cascos enormes puestos es ya innegable. Tuvimos la de los cascos extremadamente enanos y ahora volvemos a los extremadamente grandes. Nadie se ha atrevido a poner de moda los bafles colganderos de las orejas, no hay huevos. A mi el hecho de que las modas vuelvan o no, me da igual, aunque me preocupa el alto número de personas que viven ancladas en alguna época concreta; a todos ellos, LOS COMIENZOS DE LOS 2000 NO FUERON EL MEJOR AÑO PARA VESTIRSE. Véase la foto y este vídeo de Mónica Naranjo. 

Bueno, a lo que voy es ¿qué queremos decir con nuestra ropa? Digamos que lo que llevo puesto me posiciona de alguna manera en este mundo, ¿no? Para bien o para mal (en mi caso, para mal por lo general). Pero me reconcome pensar qué le puede hacer a alguien llevar durante una clase entera unos cascos puestos al cuello, porque YO SE que ÉL SABE que los lleva puestos… vamos, que no es casual que los lleve, pero insisto ¿qué coño quieres decirme con tus cascos?.

YO no soy ajeno a nada de esto, aviso. He sufrido la mayoría de las modas, desde la bakala de las camisas Lonsdale a la modernera de las gafas de pasta, pasando por unos terribles momentos zapatillas-plataforma (culpo a las Spice Girls de este y otros muchos males de la sociedad).

Copiar a alguien que tiene una personalidad ya hecha, a priori, no es malo; supongo que a la gente le vale para no tener que construirse una propia y contestar a esa horrible pregunta de ¿quién soy en realidad?. Soy Beckam y me hago una cresta, soy Mary Kate Olsen y salgo del Starbucks con un café en la mano, soy Carrie Bradshaw, peso 40 kilos y voy de compras etc.  Bueno, a quien le valgan esas respuestas, que las use, teniendo en cuenta de que la mayoría de las personas que intentamos imitar están completamente desequilibradas. Los que no, que sigan buscando.


Por cierto, ¿de qué iba este blog?.

El icono Geri, tela de toalla, pelo rojo con
mechones rubios y labios perfilados. 

Y bueno... todo eso.

lunes, 21 de febrero de 2011

“Hola curiosos de la red, una persona con tiempo libre os saluda.”

Me encantaría que mi primera entrada en este blog fuera esa. Esa y nada más que esa. Por un lado es corta y, por tanto, directa. Por otro lado, me ahorraría el tedioso momento de sentarme en el ordenador para contaros cosas que seguramente no os interesen para nada, en lo cual me he empeñado a toda costa. ¡Qué ego! - diréis. Bueno, no os lo toméis así. Prefiero que penséis que soy un tipo con tiempo libre, desempleado y algo solitario que, de cuando en cuando, tiene momentos lúcidos.

Respecto a lo de solitario, nunca he sabido si lo soy o no. Creo que a veces nos gusta definirnos con adjetivos que nos resultan atractivos, bohemios o exóticos, sin importarnos si estos se adecuan a la realidad o no. Por ejemplo, “solitario” es un adjetivo que me parece interesante para mí, independientemente de que yo lo sea o no, porque parece que dota a mi persona de cierta introspección, concentración, lejanía con las cosas… ¡Menudo flipao! – pensaréis. Exactamente – contestaré yo. Lo mismo, lo de definirse a veces tiene que ver más con el cómo te quieres ver y el cómo quieres que te vean. Lo mismo no.

Por otro lado he de decir que soy muy fan de esas personas que se definen a sí mismas como locas, igual que los que se definen como frikis. En primer lugar, algo me chirría cuando alguien dice de sí mismo que está loco, no se muy bien porqué, pero no me gusta. Por otro lado, tanta gente se define como friki hoy en día que lo freak ha pasado a ser una absoluta y total vulgaridad. Hace unos meses veía con cierto terror la cantidad de gente que se sumaba al grito de soy un monstruito (que de ahí viene freak) en los conciertos de Lady Gaga. La gente, huyendo de la normalidad (susceptible de pasar de moda, como todo en esta vida), lleva tiempo lanzándose a los brazos de todo eso que se autoproclama freak. Yo mismo he de decir que siento cierto orgullo cuando alguien me dice que soy un friki por ver 800 series distintas y no salir de casa por ello. Pero no nos engañemos, cuando millones de personas hacen lo mismo y de la misma manera, somos tan originales como un libro de Ana Rosa.

Lo mismo sí que tengo algo de ego y soy de esas personas que, en el fondo de su corazón, piensan que dicen cosas interesantes. Si hasta aquí seguís leyendo, os diré que digo 1 cosa interesante por cada 3 gilipolleces. No soy erudito en ningún tema, y que conste que es una cosa que realmente me duele porque a todo hijo de vecino le encantaría  saber mucho o muchísimo de algún tema, pero no es el caso. Soy licenciado en Comunicación Audiovisual, es lo que tiene, así que me limito a chapurrear algunos temas para que la gente piense que estudiar una carrera vale de algo.

Creo que eso es todo por hoy, perdonad la descarga verborreica. Acabaré como le gusta acabar a mi madre cuando lleva 40 minutos contándome algo. “Y bueno… todo eso”, que es un buen resumen para cuando das por concluido un monólogo en el que no sabes muy bien de qué has hablado.
Acaban de preguntarme ¿de qué va tu blog?. Eso mismo me pregunto yo. Parece que de nada.