Conducir, sin más

viernes, 15 de junio de 2012

Hace escasos minutillos me ha dado por pensar. Las horas previas a esta revelación he estado cotilleando vidas ajenas en el Facebook, he intentado hacer algún tuit gracioso sin fortuna y he retocado la imagen que abajo figura. 

Decía.

Pongamos que tu ilusión en la vida es ir a  San Petesburgo en este coche azul y gastado. San Petesburgo es el sitio dónde te imaginas. Emborracharte de vodka y brindar, conocer rusos y caerte a un canal. Eso es lo que quieres. Pero tienes dudas razonables de que Moscú, Bergen y Buenos Aires son los sitios donde, con relativa seguridad, puedes ser feliz.  En algún momento, puedes replantearte de nuevo las cosas, a pesar de que sabes que esto está mal visto, que la sociedad (y cuando dices  ‘la sociedad’ te incluyes) no tolera con ligereza las dudas ajenas, que está socialmente bien visto ser una persona muy segura de sí misma y que sepa adónde dirige sus pasos.

Digo yo, que no todo estará en el destino, en la meta. Sobre todo,  porque cuando llegue a San Petesburgo se me antojará ir a Nueva York. Por eso, es mejor disfrutar del viaje. Conducir. Sin más. 


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