Entiende sus quejas, pero no sabe qué contestar. Le da vergüenza. Y escucha y escucha y traga y traga y no sabe qué decir. Está en blanco. “La expresión oral está sobrevalorada”, se limita a decir. Respira el humo que dejan esas palabras durante uno instantes y sonríe por dentro. “Menuda acabo de soltar…”, piensa. Los dos están desnudos en la cama, parece que ha pasado el trago.
Villaraco © 2011 |
No estoy de acuerdo.
Mierda, piensa. ¿Ahora qué, en qué no estás de acuerdo?, pregunta.
El hablar no está sobrevalorado, lo que pasa es que tú has encontrado una manera cómoda de decir las cosas que piensas sin tener que decirlas cara a cara, y eso es porque tienes vergüenza de decirlas.
Vuelve la imagen del conejo. Cuando se siente acorralado, piensa en un conejo corriendo por el campo huyendo de un león. El conejo se adentra en lo más profundo de su madriguera y cierra un portón de hierro y se tira al suelo. Respira hasta que se calma su diminuto corazón. ¿Por qué siempre se castiga al conejo, por qué?, se sorprende diciendo en voz alta.
¿Qué dices?, responde él asustado.
Nada. ¿Por qué es mejor decir las cosas cara a cara?. La gente como tú habéis hecho que durante años, ¡qué digo durante años, durante siglos!, ¡durante milenios!, que las personas como yo nos sintamos inferiores por el mero hecho de no estallar con una diarrea de palabrería sin ordenar, que nos sintamos inferiores por no decir lo que pensamos en el mismo momento en el que nos preguntan o nos atacan. ¡Basta ya, dictadores! ¡Basta ya, por el amor de Dios! ¿Quieres que te diga la verdad?
Por supuesto.
La verdad es que cuando me hablan, cuando algo me sienta mal, cuando creo que debería decir algo, cuando me cabreo, o incluso cuando el profesor pregunta si tenemos alguna duda, YO no tengo nada que decir. Ab-so-lu-ta-men-te NA-DA. ¿Entiendes? No es que me guarde la pregunta para después, es que ni si quiera sé si me he enterado, o lo mismo estoy pensando en si el naranja es un color fácil de combinar, o si este sábado saldré o me quedaré en casa, o si he tirado de la cadena después de cagar. ¿Entiendes?
Sí, si te entiendo, pero sigo sin estar de acuerdo. Creo todo lo que piensas va encaminado a defenderte.
Joder, joder, joder, joder, joder. Joder, piensa. ¡Joder!, acaba gritando.
1 comentarios:
Interesante, nunca he sido de los q se callan (salvo quizá cuando me ha convenido), así q este punto de vista me llama la atención. Pero la cuestión es si uno no está satisfecho pq los demás le obligan a decir lo q piensa o si no lo está pq no se atreve a hacerlo, pq si realmente no tiene nada q decir, entonces porqué se siente frustrado?
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