Hace tiempo que no escribo. Últimamente como sabéis me ha dado por hacer dibujitos. De cuando en cuando miro las visitas al blog. Han bajado, evidentemente. También bajaron los comentarios. Entonces, cuando lo miro, me deprimo. Es curioso que a los blogs puedan pasarle cosas que le pasan a las personas.
Yo a veces me dejo. Dejo de escucharme, dejo de leerme, dejo de interpretarme. Dejo de entenderme. Dejo de verme. Hay un punto en el que, después de todos esos dejamientos, sucede que son los demás quienes dejan de verte. Todo se te escapa. No sabes si es el autoestima o si es que te ha mirado un tuerto. Haces memoria e intentas recordar si realmente has visto algún tuerto en tu vida. Creo que no. Solo recuerdo que de pequeño, cuando veía a esos niños con un ojo vago que llevaban un parche, yo deseaba con todas mis fuerzas poder tener uno también. Uno muchas veces no sabe cómo llamar la atención supongo. Es autoestima quedamos.
En fin, que no es mi intención hundiros en la miseria. Es más, todo lo contrario. No se porque os cuento esto si quiera. Esto de tener tantas redes y el blog hace que quiera comunicarme mucho más de lo necesario. El otro día tuiteé que estaba cagando. El caso es que quiero deciros que hay que dar una patada al autoestima, que el autoestima es una mierda porque autoestima siempre suele ser autocompasión. Hay que trabajar por lo que queremos, hay que confiar en lo que hacemos y cuestionarnos cada cosa. Hay que escuchar a los amigos y a los desconocidos.
No sé en qué momento dejé de ser un chico de 25 años para pasar a ser una contertulia de Saber Vivir, pero hacedme caso que hoy estoy lúcido.
Besos y abrazos, queridas amigas. Sed un oso*.
*Consejo de mierda que tengo que entrar con calzador porque quiero poner hoy un dibujo de un oso que hice.