Las joyas de la corona, Mujeres y Hombres y Viceversa, Quién
quiere casarse con mi hijo… Lo Choni está en auge y hoy vivimos su
encumbramiento definitivo: se estrena Gandía Shore.
Admitámoslo, lo choni vende y se ha convertido en un fenómeno
social televisivo sin parangón, cogiendo peso en la parrilla de televisión
española cual Falete en una boda. Pero ¿por qué?
A todos nos gustan las chonis, la mayoría nos cae bien
porque son graciosas y excesivas. Deseamos que haya chonis en los realities de
televisión, queremos que ganen, que discutan, se tiren de los pelos, se
emborrachen, follen y hagan el ridículo. Queremos que hagan eso y luego, cuando
acaben el programa, que desaparezcan. ¿No? Lo mismo desaparecer en tanto que
morir no, pero queremos que cambien, que se hagan refinadas y elegantes,
aprendan buenos modales y sepan distinguir los cubiertos del pescado y la carne
en la mesa, marcándose un Pretty Woman en directo bajo la tutela de la
audiencia. Pero, ¿acaso no os habéis dado cuenta de que en el momento que hagan
todas esas cosas ya no serán chonis?
Si, por poner un ejemplo, Belén Esteban, la primera choni
televisiva que yo recuerdo, empezara a hablar con una dicción radiofónica,
recitara poemas de Yeats y empezara a debatir en la televisión sobre si el
tiempo es un concepto empírico o no, ya no sería ella pero, a pesar de eso, la
gente tiene la esperanza de que cambie, porque le cae bien y quieren que llegue
a ser otra persona, algo que no es ella.
Poco a poco hemos ido recogiendo chonis en diversos
realities: chonis triunfitas, chonis grandes hermanas, chonis supervivientes,
hasta chonis cinematográficas y a partir de hoy, nuestro propio programa dedicado
a ellos con proyección internacional.
¿Qué os parece? ¿Creéis que deberíamos erradicar el chonismo del mundo obligándoles a estudiar y a ir a clases de protocolo con una pija famosa o dejamos que sigan entrando en programas de televisión y que nos entretengan?
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