Soy espía y estoy en la habitación de un hotel. Alguien pega
una patá a la puerta y entra. Es él,
el malo. Empezamos a una lucha muy poco espiística (que la RAE me perdone),
mezcla de puñetazos y manotazos de madre al aire. En fin. El caso es que suena
el teléfono y el malo se despista más de la cuenta y contesta, (un despiste
típico de los sueños) momento que yo aprovecho para salir corriendo, huyendo de la habitación.
Corro hacia al elevador para bajar al vestíbulo del hotel porque
las escaleras están averiadas. Si esto fuera una película, el montaje
alternaría esto con la salida del malo de la habitación (previa atención de la
llamada que le distrajo, entiendo) y su llegada al ascensor, con mi cara de
lemur en pánico pulsando el botón como si no hubiera un mañana. Pero no es una
peli, es un sueño como he dicho. Me desespero, no puedo bajar al vestíbulo si
no dejan de entrar señores mayores en el ascensor. Porque sí, una manada de
viejos ha empezado a gotear en el elevador y no hay manera de que esto baje.
Uno de ellos me dice que es Micky Mouse y yo deduzco
rápidamente que estoy en Disneyland París. Crack.
El malo llega al ascensor peeeeero, justo en ese momento, se
cierra la puerta y bajamos mis viejos y yo directos al vestíbulo.
Solo tengo dos pegas a este sueño. 1, que me acabo de dar
cuenta de que me he dejado el abono transporte en la habitación y creo que
tengo que volver a subir y 2, que el malo era el difunto Carlos Larrañaga y, por tanto, toda la escenita en la habitación del hotel tiene tanto interés como una estantería Lack.
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