Emigro a Alemania, movilidad exterior

lunes, 13 de mayo de 2013



Me voy a Alemania a buscar trabajo. No lo he pensado demasiado y, honestamente, no estoy organizándome como debiera para esta hazaña. No me da miedo, no me abruma, no creo que no pueda hacerlo. Qué va. Es una de las pocas veces en que la navaja de Ockham es realmente la respuesta, es decir, la respuesta más simple. No quiero irme, coño.  

Me voy por miedo, pero no con miedo. Tengo 27 años y temo ver como los años siguen pasando y nada cambia realmente; ver cómo nada mejora sí que me da miedo. Me da miedo perder el tiempo, me dan miedo las empresas, me da miedo si quiera plantearme tener que replantearme mi carrera una vez más. Quiero tener algo de certidumbre. Me da miedo no poder dedicarme a lo que quiero, o encontrar trabajo aquí y que dentro de unos meses me echen. Me da miedo pensar que no lucho. 

Hay personas sinvergüenzas e hijas de puta que ha dado en llamar a este éxodo ‘movilidad exterior’. Incomprensiblemente, hay gente que lo aplaude. También han dicho que es un hecho realmente positivo que la gente viaje y se forme fuera, que es un intercambio. Yo quiero informar a esa gente de que mi movilidad exterior para formarme ya la hice cuando tuve que hacerla. He hecho intercambios con Francia y Suiza, he vivido 14 meses en Noruega y 2 en Nueva York y acabé mi carrera y todo. Créanme, he aprendido de qué va la vaina y ha sido genial, pero es una larga historia que a esa gente no le interesa. 

Llamo hijos de puta a esa gente y admito que es un insulto gratuito pero que a mí me reconforta. La palabra más adecuada es ‘cruel’, pero claro, levantarme al término de una intervención de Fátima Baños y señalar al televisor gritando ‘CRUEEEEEL’ es visualmente flojico por así decirlo, como de coña. Sin embargo, si digo ‘HIIIIIIIJA DE PUUUTAAA’ tiene gancho y me llena la boca más y mejor. Yo hago particular empeño en la 'i', pero es una decisión muy personal.

Yo hago terapia de esta manera y me he convencido de que hay que desearle el mal a algunas malas personas, a voces o en secreto, pero hacerlo. A mí no me lo parece, pero habrá quien piense que es un poco violento lo de desear el mal. A esas personas les propongo un ejercicio sobre la violencia:

Vais a cerrar los ojos e imaginar una tarde de verano al lado de un lago. Un suave viento mece vuestro pelo y susurra en vuestros oídos. Tumbado, medio dormido alcanzas la mano de la persona que quieres, que está a tu lado. Entonces, Fátima Baños aparece y con una nariz de payaso y empieza a cagar cerca vuestro, pero a cagar como nunca, gritando como si fuera un cochino, sudando, con los ojos saliendo de sus órbitas inyectados en sangre y, porqué no, en mierda. Movilidad exterior.

Eso es violencia. 


Fuimos felices juntos

jueves, 25 de abril de 2013



Esto no es solo un coche a punto de ir a un desguace. Son vacaciones, son pinchazos, son muchas risas, es un ¡vamos que tú puedes! en la cuesta menos pronunciada de la Tierra. Es mi primer coche, el que me llevaba a la universidad, es el 'llevamos media hora para que arranques, ¿qué más quieres de mí?', el verano terrible, el invierno más terrible aun, el amor viajando con prisa, sin radio, sin poder bajar la ventana, con una batería semejante a la del One Touch Easy. Un rollo "Herbie a tope" pero en Vallecas. En fin, que hemos vivido mucho y muy bonito. 

No me avergüenza decir que estoy triste por el coche porque ya dije una vez que estaba triste por un disco duro, y el principio básico de esta pena es la misma. Los recuerdos. 

El Síndrome de Yuri Gagarin existía

lunes, 22 de abril de 2013



Hace 2 años, escribí esto: 

"Yuri Gagarin llegó al espacio, lo vio y se volvió. Él fue el primero. Durante todo el viaje estuvo en contacto con el control de tierra. Yuri usaba el nombre Kedr, y a las 10:06 dijo esto:
Kedr: Veo el horizonte de la Tierra. Una aureola muy bonita lo rodea. Como un arcoiris que va desde la superficie de la Tierra y por debajo. Muy hermoso. Lo veo por la ventanilla derecha. Veo estrellas a través del Vzor y observo cómo se mueven. Una vista realmente hermosa. Continúo el vuelo en la sombra de la Tierra. En la ventanilla de la derecha ahora veo una estrella. Se mueve de izquierda a la derecha por la ventanilla. Se fue la estrellita. Se fue, se fue.

Supongo que Yuri, al contemplar el espacio, se sentiría grande y pequeño a la vez, un poco alegre y un poco solo, un poco perdido y un poco más seguro. A este mundo de contradicciones astronómicas, de claroscuros estelares, es lo que he decidido llamar "
 Síndrome de Yuri Gagarin", y siento que estoy muy enfermo." 
Di así el paso de la automedicación a la autodiagnosis y no me siento culpable, porque dos años después de la revelación al mundo del síndrome, he descubierto un par de cosas. 

La primera es que el síndrome es compatible con la vida, al menos fisiológicamente hablando. No altera cuerpo y no tiene propiedades nocivas. No está demostrado, pero se cree que es sano para la mente incluso. Yo sigo padeciéndolo y ya veis que estoy bien. Algunos gases de cuando en cuando, pero bien. Sano, limpio y despierto. 

La segunda cosa que he descubierto es que este síndrome no lo he inventado yo. Fue nombrado por primera vez en 1987 por Frank White en su libro "The Overview Effect — Space Exploration and Human Evolution" (Houghton-Mifflin, 1987) y, afortunadamente, va más allá de esa breve descripción que hice yo hace dos años. Esto me ha hecho particularmente feliz. Al final, uno queda un poco libre cuando tiene alguna certeza y yo sabía que no estaba loco ni había tenido un día mas emo de lo normal. Lo que me imaginaba existe. 

Mas feliz me ha hecho saber que el año pasado se hizo un cortometraje sobre ello titulado "OVERVIEW" por un colectivo inglés llamado Planetary Collective, que ahora tiene en marcha un proyecto igual de fantástico llamado "Continuum" y cuyo trailer podéis ver si cotilleáis en su página de Vimeo. 

Yo os dejo "Overview" (sin subtítulos en español, porque no los hay). 



OVERVIEW from Planetary Collective on Vimeo.

Se quien eres

sábado, 30 de marzo de 2013



Sé que haces cosas para impresionarme, que buscas siempre la manera de hacerme reír. A veces me gustaría decirte que pararas pero temo herirte, así que contemplo, a veces cansado, como exageras las historias y buscas la manera de captar mi atención. Pero no me importa. No me importa porque sé quién eres. Sé lo que hay bajo esa mirada autocomplaciente cuando haces un comentario ingenioso, bajo tu risa nerviosa y bajo tu ropa interior. Sé exactamente lo que ibas a decir cuando te callas, cuando te muerdes ligeramente el labio inferior. Conozco tus pensamientos más oscuros. Sé a quién odias, a quién quieres, a quién deseas.
Sé quien eres y no me asusto. Sé quien eres y me gusta.  





La curiosa historia de Eduardo Manospollas

lunes, 25 de marzo de 2013


La historia le dio de lado, pero él siempre estuvo ahí. 
Hoy rindo homenaje a 
Eduardo Manospollas. 


Hijos de un mismo padre. Hechos con las mismas herramientas y casi poseídos por la misma magia macabra, Eduardito nunca entendió porque a su querido hermano le pusieron tijeras por manos y a él pollas. 
Sabía que su padre no era un ser lo que se dice normal. Quiero decir, que lo de poner tijeras en lugar de manos cuando has creado a un ser humano al estilo de Frankenstein, es como lo de menos. No lo juzgo. 
Pero la extraña perversión que llevó al padre de esta criatura a ponerle penes humanos en lugar de, yo que sé, alicates o incluso tijeras, como a su propio hermano, es una cosa que jamás comprenderé. Al menos la industria del porno supo ver su defecto como un don.

Todos conocíais a Manostijeras...